martes, 22 de julio de 2014

Gracias por este incendio, Ray

Cierro el libro de golpe. El aire se ha vuelto irrespirable, el sofá ha prendido en llamas y me arden las pestañas!!! ¡Mi madre! Me acerqué a Fahrenheit 451 buscando una frase que me parece misteriosa y polisémica: ni me importaba la distopía, ni el gran prestigio de la novela y mucho menos la ciencia ficción. ¿¿Pero qué ciencia ficción?? ¡Si esto es un aviso hacia el abismo al que vamos corriendo con alegría! Sobre la incomunicación, sobre el empobrecimiento de la educación y del ocio.
Bradbury definió la génesis de esta novela como “cinco petardos y una explosión”. Pues yo elijo 10 fragmentos que me han hecho saltar por los aires. Diez fragmentos… porque el libro entero no puedo copiarlo ¡Y me salto la metaliteratura! 
(Sobre cómo me siento a veces)
1
-A veces me deslizo a hurtadillas y escucho en el metro o en las cafeterías y ¿sabe qué?
-¿Qué?
-La gente no habla de nada
-¡Oh, de algo hablarán!
-No, de nada. Nombran una serie de automóviles, hablan de ropa o piscinas y dicen que es estupendo. Pero todos comentan lo mismo y nadie tiene una idea original.
2
Portada norteamericana, años 70.
Dicen que soy muy insociable. No me adapto. Es muy extraño. En el fondo, soy muy sociable. Todo depende de lo que se entienda por ser sociable, ¿verdad? (…) Estar con gente es agradable. Pero no considero que sea sociable reunir a un grupo de gente y después no dejar que hable. Una hora de clase televisiva, una hora de baloncesto, de béisbol o de carreras, otra hora tomando apuntes de historia o pintando, y más deportes. Pero, ¿sabe? Nunca hacemos preguntas o, por lo menos, la mayoría no se las hace; se limitan a darte las respuestas una tras otra, ¡zas!, ¡zas!, y nosotros allí durante más de cuatro horas aguantando al teleprofe. Esto no tiene nada que ver con la sociabilidad. No son más que embudos donde vierten mucho agua que sale por la parte estrecha y quieren hacernos creer que es vino, pero no lo es.  Nos embrutecen tanto que, al acabar el día, sólo somos capaces de acostarnos.
3
Durante estos años no te he pedido gran cosa, pero ahora te lo pido, te lo suplico. Tenemos que empezar en algún punto, tratar de averiguar por qué sentimos esta confusión. Nos encaminamos directamente al precipio, Millie. ¡Dios mío, no quiero caerme!

La felicidad de plástico. La sociedad de plástico.
4
-Tengo a los niños en la escuela nueve días de cada diez Estoy con ellos cuando vienen a casa, tres días al mes. No es del todo insoportable. Los pongo en el salón y conecto el televisor. Es como lavar la ropa; meto la colada en la máquina y cierro la portezuela-La señora Bowles rió entre dientes-. Son tan capaces de besarme como de pegarme una patada.¡Gracias a Dios, yo también sé pegarlas!

5
-No necesitamos que nos dejen tranquilos. De cuando en cuando, nos convendría estar seriamente preocupados ¿Cuánto tiempo hace que no has tenido una verdadera preocupación? ¿Por algo importante, por algo real?
6
-Los años de universidad se acortan, la disciplina se relaja, la filosofía, la historia y el lenguaje se descuidan; la gente se expresa cada vez peor hasta tal punto que apenas se recurre ya al uso de las palabras para comunicarse. La vida es inmediata, solo el empleo cuenta, el placer lo domina todo después del trabajo.¿Por qué aprender algo, excepto apretar botones, accionar conmutadores, encajar tornillos y tuercas?
7
-La vida se convierte en una gran carrera, Montag. Todo se hace aprisa, de cualquier modo.
8
Y la guerra empezó y terminó en aquel instante.

Así quiero vivir. Así quiero mi vida.
En inglés original: "Llena tus ojos de ilusión.
Vive como si fueras a morir en 10 segundos.
Mira al mundo. Es aún más fantástico que todos los sueños
comprados o confeccionados en una fábrica"
(¡Qué genio!)
9
Detesto a ese romano llamado Status Quo-me dijo-. Llena tus ojos de ilusión. Vive como si fueras a morir dentro de 10 segundos. Mira el mundo. Es aún más fantástico que todos los sueños confeccionados o comprados en una fábrica. No pidas garantías, no pidas seguridad. Nunca ha existido algo así.
10
“Cuando uno muere, debe dejar algo tras él”, decía mi abuelo. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa, una pared levantada o un par de zapatos que se ha hecho uno mismo. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo especial, de manera que tu alma tenga algún sitio adonde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol o esa flor que tú plantaste, tú estarás allí. Mi abuelo decía: “No importa lo que hagas mientras cambies algo respecto a cómo era antes de tocarlo y lo conviertas en algo que sea como tú, después de que separes de ellos tus manos”


Por cierto, que al terminar, me he dado cuenta que la frase maravillosa que me llevó hasta aquí…¡¡no es de este libro!!
Abro las ventanas a ver si se disipa el olor a queroseno aunque no sé realmente si quiero que se vaya…


-¡¡¡La tormenta somos nosotros!!!

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