sábado, 28 de diciembre de 2013

Miedo al miedo


Tagore, Nobel de Literatura, 1913.
Como persona expansiva y acumulativa, entro en conflicto periódicamente con el espacio sin remedio. En realidad, los problemas los tengo con quienes comparto mi vida. Echo de menos los días en los que escribía como una loca y no tenía que rendirle cuentas a nadie de lo ordenada, vacía o repleta de postits que tenía la mesa…Repleta de postits, de libros, de apuntes, de libretas o de cualquier otro soporte hecho de papel, siempre el querido papel. Ahora, quiera o no, las circunstancias me obligan a clasificar periódicamente material y lecturas y así sonrío al recuperar a “El jardinero” de una caja que sale de mi vivienda de alquiler. Recuerdo con media sonrisa cómo llegó a mis manos: me veo a mí misma errante y feliz por la Feria del Libro; mirando allí y allá, curioseando y tocándolo todo a ser posible cuando una portada llamó mi atención. Era pálida y violeta; y me dijo claramente: “Ábreme, anda”. Tagore me sonaba entonces a sabiduría de azucarillo de café, a frases lapidatorias de calendario escolar. Cuál fue mi sorpresa al encontrar la misma lucidez en el pico de un verso. ¡Lee! -exhortan los profesores-: “Lee porque vivirás más, expandirás tu cultura, conocerás personas y mundos que ampliarán tu limitada existencia…” Y, sin embargo, lo que me impresionó terriblemente fue entender en ese mismo instante lo que Antonio Muñoz Molina denominó “literatura-espejo”: Rabindranaz, fuera de mi tiempo, de mi espacio, de mi edad y de mi cultura, describió a golpe de verso una situación que yo no era capaz de entender, y mucho menos expresar. Sus versos lo ponían todo en orden y situaban en primera línea al miedo.

El miedo al miedo, la gran fuerza paralizante. Si algo parece que vaya a suceder y no ocurre, seguramente él será el responsable. Rabindranaz Tagore, sabio antes que poeta; como Fray Luis.

Felices fiestas.
Anhelo decirte las palabras más profundas que tengo que decirte; 
pero no me atrevo, 
por miedo a que te rías. 
Por eso me río de mi mismo y hago añicos mi secreto en bromas. 
Me río de mi pena, por miedo a que lo hagas tú. 
Anhelo contarte las palabras más verdaderas que tengo que decirte;  
pero no me atrevo, 
por miedo a que no las creas. 
Por eso las disfrazo de mentiras, diciendo lo contrario de lo que quiero decir. 
Hago que mi pena parezca absurda, por miedo a que lo hagas tú. 
Anhelo usar las palabras más preciosas que para ti tengo; 
pero no me atrevo, por miedo a no ser pagado con la misma moneda. 
Por eso te doy nombres duros, y me jacto de mi insensible vehemencia. 
Te causo dolor, por miedo a que no conozcas nunca la pena. 
Anhelo sentarme en silencio a tu lado; 
pero no me atrevo, por miedo a que mi corazón salga a mis labios. 
Por eso charlo y parloteo, y oculto mi corazón tras las palabras. 
Trato con rudeza mi pena, por miedo a que lo hagas tú. 
Anhelo alejarme de tu lado; 
pero no me atrevo, por miedo a que te des cuenta de mi cobardía. 
Por eso llevo alta mi cabeza y acudo con aire indiferente a tu presencia. 
Las constantes punzadas de tus ojos renuevan mi dolor eternamente.

jueves, 21 de noviembre de 2013

20 minutos

Gloria se encontró anoche con una chica abandonada justo en la puerta del instituto. Le habían propinado una paliza. Sangraba y no podía hablar. “Cuando consigo que mis alumnos lean y escriban 20 minutos. Son 20 minutos que esa chica no está sola y desamparada encima de la acera”.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Porque sí

Un respiro, un chisporroteo de luz, espuma, agua.
Deslizo los dedos por el teclado por puro placer, sin más intención que sentir las teclas bajo mis yemas y escuchar esta intermitencia. Mmmm, qué gusto…qué ganas. Escribo por escribir, sin querer decir nada. Escribo para abrir la ventanta, porque me hace bien, porque lo necesitaba. Qué mono de unir letras para airear la casa.

Hoy escribo porque sí.

jueves, 12 de septiembre de 2013

La disciplina de la imaginación

Cortesía Antonio Muñoz Molina.
Me he pasado buena parte del verano buscando recursos para enseñar literatura. Y durante este periplo, a la cabeza me venía constantemente una de las máximas del periodismo: tan malo es no tener información como el exceso de la misma porque en este caso se produce irremediablemente el  “black out”, el fundido en negro; en el que el receptor deja de prestar atención porque se encuentra saturado por el aluvión de datos. Justo antes de caer noqueada, me encontré de casualidad una frase que me despertó de golpe por su extraordinaria contundencia y sensibilidad:

"La literatura nos enseña a mirar dentro de nosotros y mucho más lejos del alcance de nuestra mirada. Es una ventana y también un espejo. Quiero decir: es necesaria. Algunos puritanos la consideran un lujo. En todo caso, es un lujo de primera necesidad"


El texto íntegro (demasiado extenso para reproducirlo) se puede encontrar en este enlace: http://xn--antoniomuozmolina-nxb.es/2011/10/la-disciplina-de-la-imaginacion/ Si has llegado hasta aquí, por favor, clica y échale un vistazo. Antonio Muñoz Molina escribió este discurso en 1990. En él da un repaso a la tremenda brecha que se ha producido entre cultura y educación que ha conseguido vaciar por igual las aulas y los centros culturales; entiende la literatura como un elemento tan vital para la vida como el aire o los amigos; y la amplía no sólo a la producción de escritores reconocidos, sino al valor que tiene cualquier persona que intente fomentar el valor de la lectura, ya sea un profesor o un padre. Leer es vida, pero no sirve para esconderse de ella, y pone el dedo en la llaga en la imaginación como la esencia de la creación literaria. 
Anima a ser valiente, a salirse de la cuadrícula, a no dejarse asfaltar por la consigna de “convertirse en un hombre de provecho”. Sus palabras me han servido para olvidarme de las figuras retóricas y orientar las clases de otra manera, porque no aguanto y no entiendo cómo algunos profesores puedan decir: “Menudo espanto dar todo el año literatura”. Que salga el sol por Antequera.

jueves, 11 de julio de 2013

Verano Muñoz Molina

Antonio Muñoz Molina nunca me ha sido indiferente, pero le conocía más por los artículos periodísticos y por los comentarios que de él hacía su mujer, que por su obra:

“Ése es el profesor al que quieren sus alumnos, el que trata de contagiarles su vieja pasión por la literatura y de no desalentarles en su sueño por vivir algún día de este oficio raro”
“Y ése es Antonio, que anda como flotando, el mismo que toma notas mirando al Hudson, porque espera sentarse un día a escribir un libro dedicado exclusivamente a este río…”
“…quien lleva siempre a cuestas una mochila para transportar los libros que lee en el metro, pero también porque sueña con encontrar alguna rareza en los parques…”
" El Smoke es ese club de jazz que Antonio siempre soñó tener en el mismo barrio en el que viviera..."

Ni qué decir tiene que a mí sin conocerle en absoluto me caía fenomenal, con la mala conciencia de haberme aproximado a su obra de puntillas. Pero el otro día, entré en Abacus y me llamó poderosísimamente la atención la portada de un libro: en ella destacaban los rasgos afilados y picudos de las mayúsculas de los apellidos, justo como los dientes de un depredador. Estaban situadas sobre un fondo rojo sangre exactamente por encima de un ojo sin pupila que había sido sustituída por una luna verdosa y sombría.
Y yo, que no juzgo a nadie por el exterior, pero que sí que me dejo atrapar por un buen diseño de carátula o de portada, me metí a “Plenilunio” en el bolsillo y me ha dejado eclipsada totalmente. Por el ascazo que me ha provocado el asesino, por los sentimientos gemelares de Susana Grey hacia su ciudad, por la profundidad de ciertos procesos mentales y por el interesante movimiento de la novela que, como el satélite, rota y se traslada a la vez, ahondando poco a poco en los detalles de lo sucedido y haciendo avanzar la historia al mismo tiempo.
En fin, que tengo a Sefarad, y al jinete arañando y pifiando en mi puerta.
Visitar su web en pleno verano resulta refrescante y enriquecedor (http://antoniomuñozmolina.es ). Me gustan desde las imágenes de su álbum profesional y familiar, hasta el blog de los lectores en el que aprieto el ánimo para escribir dos líneas...


¿Estos dos no me adoptarán? 

martes, 11 de junio de 2013

A la teta y a la letra

La maternidad te cambia, te transforma. Y no hablo de la falta de tiempo o de sueño, de la responsabilidad o de las ocupaciones que llegan de repente. Provoca una revolución orgánica interior en que la sensación de formar parte de la humanidad es fortísima. Una emoción intensa en la que el adulto se siente integrado en el devenir de los demás. Te sientes más preocupado (y aterrado) por las desgracias que les ocurren a otras criaturas, porque ellas son también tu niño, tu niña. Sin embargo, eso no significa que dejes de ser tú mismo, que tengas ganas de comprar otra cosa que no sea ropa de bebé; de tener ganas de jugar con tus hijos a la vez que te mueres por tener una conversación con un amigo sin interrupciones; de sacar la nariz fuera de tu entorno para ver otra realidad que no sean los pañales ¿Es fácil? Pues no; no lo es. Aunque creo que la sociedad lo pone más difícil de lo que es en realidad. Escribiendo este texto me viene a la cabeza la canción “This is a men’s world” de James Brown. La tendencia que viene impuesta desde los siglos de los siglos es muy difícil de cambiar; la bola (el bolón) que arrasa y marca quién ha de hacer qué en función del sexo. Esto me ha hecho reflexionar y darme cuenta de que muchas, muchísimas soluciones vienen dadas por los intereses económicos y no por las necesidades verdaderas de los niños y de las madres.







Ni se me pasa por la cabeza qué debe hacer cada mujer pero la presión sobre la lactancia materna es fortísima. Sin embargo, miro a mi alrededor y veo tetinas, biberones, leche artificial…Un “merchandising” espectacular que no acompaña al pecho. Tampoco es que vea a muchas mujeres dando de mamar en las zonas públicas. Igual también tiene que ver con el pudor de cada uno; cosa que no entiendo cuando veo la televisión y ves cuerpos y más cuerpos a cualquier hora. Lo primero que me sorprendió fue ver y entender que probablemente ni el ginecólogo ni el pediatra tengan idea de lactancia. Es decir, si tienen: tienen sobre las bondades del “producto”, pero no de resolver los problemas que conlleva la técnica, ni de acompañar a las mujeres en las hondas sensaciones que provoca. Se necesita una figura propia, la de asesor o asesora de lactancia, que te ayuda, te corrige de posición, te explica por qué te sucede lo que te sucede. Recomiendo dos libros que, personalmente, me ayudaron mucho. El primero es un clásico, un superventas que ha ayudado a miles de madres: “Un regalo para toda la vida”, de Carlos González. Este libro te convencerá de que puedes, que es lo más natural, lo más sencillo y lo más cómodo. Que si se ha hecho así durante toda la vida, por algo será; y tumba miedos y falsas creencias a la primera. Otra publicación que creo imprescindible es “Lactancia”, de Noelia Terrier (Editorial Litera). Resulta un apoyo emocional muy fuerte, con testimonios de personas que han pasado por lo mismo que tú; que se han sentido solas, o cansadas, incomprendidas, con ganas de criar a sus niños y, a la vez, de no desengancharse de la vida laboral. Cuidado, ambos libros hay que leerlos ANTES; no cuando aparezcan los obstáculos. Después estarás tan cansada y tendrás que resolver tantos problemas sobre la marcha, que no tendrás tiempo de aplicar lo que en ellos se explica.
Mención aparte resulta el tema "salgo a comer". Nunca antes había pensado que un elemento tan sencillo como un cambiador en un baño podría ser definitivo para ir a un restaurante. Antes eran invisibles y me sorprenden que haya tan pocos en sitios que antes frecuentaba. Un ejemplo: adoro la Malvarrosa, el paseo, Alboraia y La Patacona. El otro día me recorrí buena parte de los chiringuitos y sólo encontré uno que disponía de ellos. Cuando preguntaba en la barra por la disponibilidad de los mismos, la cara de los camareros era una mezcla entre: “Ooops, no había caído” y “Pobrecita madre lactante”- y yo salía rechinando los dientes-. Otra pregunta que me formulo es: “¿Por qué los cambiadores sólo están en el baño de las mujeres?”. Supongo que por la misma razón por la que antes las máquinas de preservativos sólo estaban en los servicios de los hombres. ¿Hay alternativa?: Supongo que los centros comerciales. Dios. Nunca me han gustado, pero benditas sean sus maravillosas salas de lactancia.




¡Pedid cambiadores!




Portada de "Lactancia", Editorial Litera.
Termino con un fragmento de “Lactancia”: “Durante la liberación de la mujer no conseguimos liberarnos de los tacones, de la depilación, ni del maquillaje, ni de la báscula, ni de tantas otras cosas que nos esclavizan por ser mujeres…Durante la liberación de la mujer, nos fuimos a trabajar. Durante la liberación de la mujer permitimos que la maternidad se supeditara al momento laboral, convirtiendo la producción de cosas en algo mucho más importante que la reproducción de la especie. Empezamos a separarnos de nuestros bebés cada vez más pronto, a pasar cada vez menos tiempo con ellos y, por supuesto, dejamos de alimentarnos con nuestra propia leche. Creímos que decidíamos sobre nuestra maternidad porque podemos tomar la píldora, pero estamos atrapadas: tenemos que trabajar para ser mujeres completas y ello impide que podamos ejercer completamente como madres. Nos sentimos juzgadas si decidimos dedicarnos a los primeros años de crianza y el mercado laboral nos castiga severamente cuando intentamos volver. Las leyes se quedan cortas y a la sociedad le importa un pimiento. Baja por maternidad, horas de lactancia, reducción de jornada o excedencia no siempre son posibles o suficientes. A cambio: imaginación al poder: autoempleo, trabajo desde casa, horarios flexibles, cambio de empresa o de profesión y, cada vez más, aprovechar el momento para reinventarse y descubrir nuevas profesiones”.




Me siento totalmente identificada. O como dice Belén: “Hoy en día, ser mujer, madre y trabajadora es una putada”. Pues sí, porque lo quieres todo. ¿No lo quieren ellos?
 
-Un regalo para toda la vida. Guía de la lactancia materna. Editorial Booket. Carlos González.
-Del mismo autor: Bésame mucho. Cómo criar a tus hijos con amor. Editorial Temas de Hoy.
-Lactancia. Noelia Terrier. Carlos Bravo (fotos). Editorial Litera.










lunes, 3 de junio de 2013

Pasiones

Esta mañana me he levantado con ganas de escribir un correo pero, en cambio, me he lanzado a realizar una búsqueda en google que tenía pendiente desde hace tiempo. El resultado me ha llenado de asombro y me ha entrado un ataque de alegría tal, que la risa se ha desparramado por el teclado y ha seguido saliendo a borbotones hasta llenar la habitación entera. Cuando he conseguido calmarme, he escuchado un chisporroteo que me ha conducido hasta la estantería. Allí estaba, casi olvidado, mis “Pasiones”, de Rosa Montero. Decía Elvira Lindo –parece que no tenga otros referentes, madre mía-que para la vida y para la escritura se necesitan dos rasgos de carácter: el primero ser ingenuo y el segundo ser apasionado. Creo que más bien son dos rasgos definitorios de las personas que tienen pensamiento creativo porque en los mismos términos hablaba la periodista Carmen Sarmiento y Margarita Salas, la persona con quien más he disfrutado conversando. Salas -mente brillantísima y privilegiada, discípula de Severo Ochoa, miembro de la Real Academia de la Lengua - me explicó una vez que es necesario creer en lo improbable para seguir adelante y avanzar; y apasionado para no caer en la amargura si dedicas tu tiempo a algo que no es lo socialmente establecido. Como mujer y como científica, ella había pasado más tiempo con el ojo pegado al microscopio que con amigos, con su familia o buscando pareja; pero no le había pesado jamás porque su pasión era el laboratorio. Lo contrario sí habría sido una carga. Establezco un paralelismo en mi persona y llego a dos conclusiones: sobre la ingenuidad no hay vuelta de hoja,  hasta tal punto que debería comprarme una camiseta que dijera: “¡Soy pardilla pero me quiero igual!” y la segunda, un rasgo de personalidad que he descubierto en esta travesía en el desierto. Pilar me calmaba: “No eres bipolar, es que eres pasional. Sufres mucho pero te aseguro que recompensa, porque las alegrías las sientes más, las sientes el doble. Y sí, compensa, hoy es un día que me doy cuenta de ello. Prefiero ser así que esas personas que pasan por la vida de puntillas, sin mover nada del sitio no sea que se rompa.


Por otro lado, las Pasiones de Rosa Montero están centradas en los decepcionantes humanos; más bien en las emociones que provocan los humanos en otras personas y así recorre las relaciones amorosas de miembros de la realeza (la reina Victoria y el príncipe Alberto; los duques de Windsor); de músicos y artistas (John Lennon-Yoko Ono; Elizabeth Taylor-Richard Burton) y escritores (Robert Louis Stevenson-Fanny Vandergrift; León y Sonia Tolstoi). La mayoría de ellas sustentadas en caracteres débiles y enfermizos, drogas y alcohol. Leo y releo y pienso en Morató. Que puede tener en sus manos las vidas más excepcionales del mundo y lo único que consigue es amontonar datos y más datos.
 Reproduzco un párrafo que centra la introducción:

“La esencia de lo pasional es la enajenación que produce: el enamorado sale de sí mismo y se pierde en el otro, o mejor dicho, en lo que imagina del otro. Porque la pasión, porque éste es el segundo rasgo fundamental, es una especie de ensueño que se deteriora en contacto con la realidad”

O como cantaba Pedro Guerra:

“Y cuando todo se acabe,
y se hagan polvo las alas,
no habré sabido por qué
me he vuelto loco por nada”

Lo único que no dice el libro es que las personas más flemáticas no deberían cruzarse en el camino de las apasionadas porque organizan auténticas tormentas en vasos de agua. No obstante, siempre me quedo con lo bueno. Por ejemplo, con las risas de esta mañana. Así que gracias.


sábado, 18 de mayo de 2013

Cisnes negros

Reproduzco un fragmento de Gabriel García de Oro que me ha llamado la atención. Ha sido publicado en el suplemento dominical de El País bajo el título “Las predicciones fallan” Y creo que me ha golpeado tanto porque exalta mi sensación de que nado a contracorriente. Si bien todo el mundo con dos dedos de frente me dice que ante el caos existencial sólo el orden puede salvarte; yo siento de nuevo que esta estructura falla. Que hago un esfuerzo sobrehumano para crear una cuadrícula endeble que no sirve para nada, porque se vendrá abajo por un pelito descontrolado, como diría Julio Cortázar. En fin, la única concesión que hago con gusto al orden –que voy a hacer con gusto-es prometerme a mí misma levantarme a las 6 para intentar avanzar el blog, para imponerme una disciplina y, de paso, airear el pensamiento aprovechando la casa sosegada. También me prometo leer a fondo a Nicholas Taleb y de meterme a fondo con las enseñanzas de Carlos Castaneda, que tantas veces me recomendó Nacho. Ahora sé que soy buena detectora de los cisnes negros. Lo que no dice el artículo es que no hay que espantarse de ellos y que es necesario armarse de paciencia para verlos volar con todo su esplendor.

“La gran mayoría de nosotros acertaríamos con las predicciones cotidianas, pero no aportan información relevante. Sin embargo, alguien aún no sabe que mañana, lunes, le sonará el despertador a las 7.30 h. Se levantará diez minutos más tarde y al ir a tomar un café se cruzará con un amor que transformará su vida. Este acontecimiento es lo que Nassim Nicholas Taleb denomina un cisne negro; es decir, algo inesperado y extraño, absolutamente impredecible y de un impacto tan extremo que cambia el rumbo y el devenir de la existencia” Si pensamos en las cosas más significativas y relevantes de nuestra existencia, vemos que se tratan de auténticos cisnes negros; es decir, total y absolutamente impredecibles, fuera de todo plan o propósito previo” (…) Lo inesperado nos produce ansiedad. Pero en el fondo tampoco es deseable en absoluto una vida predecible, una pareja predecible, un trabajo predecible…Pocas personas querrían conocer exactamente lo que va a ocurrirles en los próximos años, incluso en los próximos días. Sería trágico y, lo que es peor, aburrido.

Ante dos caminos, elija el que tiene corazón. Esta grase, extraída de “Las enseñanzas de Don Juan”, de Carlos Castaneda, nos recuerda que en el fondo sabemos aquello que conecta con nosotros, nuestros principios y expectativas. Siempre hay un camino que reconocemos como nuestro (…)

Lo importante siempre escapa al análisis. Los científicos las llaman intangibles o variedades ocultas. Existen circunstancias que por más vueltas que les demos, escapan a nuestro control. Por esa razón es tan importante que hagamos caso a nuestro corazón o, para los menos románticos, nuestra intuición".

jueves, 14 de marzo de 2013

1001 libros infantiles que hay que leer antes de crecer


De todos los géneros y subgéneros que existen, el cuento es mi favorito. Los agradezco en aquellos períodos en los que mi media de concentración son 5 minutos. Entonces pongo en marcha la lectura-microondas: - Abrir-leer-listo-. También los empleo en clase, porque recuerdo lo negra que me ponía cuando me dejaban a medias con fragmentos incompletos. Además de por su lectura hiperrápida pero con principio y final, los adoro por su flexibilidad. Pueden presentarse por autoría (de Chejov, de Poe), por temática (cuentos de terror, de amor), por período histórico (cuentos victorianos), por época (cuentos de Navidad, de primavera), hasta por procedencia (cuentos europeos, cuentos orientales) y seguro que podrían encontrarse más criterios de ordenación. Esta versatilidad me fascina. Ahora que rebusco en la biblioteca para hacer una colección de cuentos para niñitos, me encuentro con este libro que recoge 1001 libros infantiles (que hay que leer antes de crecer). Importa esta especificación porque, como dice la autora de esta selección, “las narraciones que leímos en la infancia permanecen siempre en la memoria”; y yo añadiría que son de ida y vuelta. Probablemente regreses a ellas si has ido de niño; pero si lo haces de adulto no volverás. De hecho, lo más seguro es que ni vayas, y con los mundos tan fantásticos que recrean es una pena que no te pases por allí jamás.
En realidad, las publicaciones que aparecen en esta guía no son cuentos en sentido estricto; son relatos completos de mayor o menor complejidad en el que se incluyen también muchos cómics y muchos álbumes ilustrados. Están presentados por edades, aunque creo que las buenas historias pueden utilizarse en cualquier momento. Sólo has de readaptarlas, acortarlas, saltarte las partes más complicadas o cambiar el final según el niño. A mí me ha ayudado mucho a hacer memoria porque tengo tendencia a la mezcla descontrolada: empiezo con el gato con botas y acabo vaya usted a saber dónde…
Recojo diez de esos libros que aparecen en esta guía que por supuesto leí de cría y me encantaron. Y los vuelvo a leer ahora, y sigo con la boca abierta. Y espero que cuando los lea Júlia, le gusten tanto como a mí.

-Agnes Cecilia. María Gripe.
María Gripe (premio Andersen, 1974) todavía es leída en las clases por “Los escarabajos vuelan al atardecer” pero este libro es EL LIBRO de María Gripe.  La diferencia de esta autora es que sabía narrar como nadie los mecanismos internos que mueven el comportamiento de los niños y reflejar las preocupaciones por las que pasan. En la casa de Nora empiezan a pasar cosas rarísimas y a su lado llega una muñeca que tiene un aliento de vida y de la que recibe consejo. Con referencias filosóficas sobre Schopenhauer. (El ojo lo ve todo menos a sí mismo). Es un relato sobre familia y fantasmas.

-Alicia en el país de las maravillas. Lewis Carroll
De los cuentos populares, creo que el de Lewis Carroll es mi favorito; creo que porque no termina como es habitual: con el principito en el bolsillo de la dama o viceversa. Alicia caminaba a su aire y, a su paso, iban surgiendo personajes que rayaban la locura y la psicodelia. No tenía que competir, ni luchar contra nadie. Supongo que la metáfora sobre la búsqueda de un mundo que no resultase tan gris como el victoriano acabó por convencerme.
En casa tenía un troquelable fantástico, con una niña que caía por un túnel hecho con anillas de cartón y unos rosales que cambiaban de color accionando la pestañita correspondiente.

-Cuentos de la Selva. Horacio Quiroga.
 Me he encontrado con maravillas (y con auténticas castañas) por mi manía de comprarme un CD por su carátula o un libro por el diseño de una portada, y este es uno de esos casos. Los cuentos de Quiroga no me gustaron al principio, porque están llenos de americanismos y no entendía, entre otras cosas, que era un “yacaré”. Sin embargo, con la ayuda de un diccionario en este libro se pueden contar fábulas preciosas que recrean a la perfección la atmósfera de la selva de Misiones. Discurre en paralelo a “El bosque animado”, de Wenceslao Fernández-Florez, también recomendadísimo para chavales. Hace unos años José Luis Cuerda se inspiró en este libro para hacer una película de este mismo nombre con un soberbio Alfredo Landa en el papel del asaltacaminos Fendetestas.

-Dos años de vacaciones. Julio Verne.
De toda la bibliografía tradicional de novelas de aventuras, mis favoritos son “Las minas del rey Salomón” (de Rider Haggard) y “Dos años de vacaciones”. Consiguió ponerme en la piel de los chavales náufragos y recuerdo que mientras pasaba las páginas pensaba: “Si esto sucediese con mis compañeros de clase… ¡¡no sobrevivíamos ni una semana!!”. Más blanco, más aventurero y más sencillo que el “El señor de las moscas”, que sigue un argumento parecido, pero que en realidad es más complicado y en el fondo no tiene nada que ver.

-El hobbit. JRR Tolkien.
La última película que vi en el cine y que lamenté haber lanzado a la papelera tiempo y dinero. Señor, señor, qué manera de maltratar una historia fantástica de dragones y enanos. Me leí este libro porque alguien leyó entre sus páginas: “Las raíces no se ven, y es más alta que un árbol. Arriba y arriba sube, y sin embargo no crece”. El capítulo dedicado a la batalla de acertijos es lo mejor de este libro.

El Rey bajo la Montaña ha vuelto…

-El perro de los Baskerville. A. Conan Doyle
¡La bestia negra de mirada fosforescente que recorre el páramo en busca de presas es irresistible! Desde luego, no es para primeros lectores, pero creo que esta es la novela perfecta para introducir a los chavales en el universo de Baker Street.

-La historia interminable. Michael Ende.
El hit literario de ¿1986?  Un libro fantástico del que hicieron una película espantosa que consiguió dañar la memoria audiovisual de los niños de entonces. Con unos secundarios chulísimos que protagonizaban cada uno de los capítulos y que resultaban más importantes que los personajes principales y que daban idea de la riqueza de Fantasía: la Vetusta Morla, Igramul el múltiple, la Casa del Cambio, Doña Ayula… La combinación de tintas rojas y verdes hacía que el lector identificase y separase el mundo real y el imaginado. Con unas ilustraciones preciosas que abrían cada capítulo e imitaban los antiguos manuscritos iluminados.

-La isla del tesoro. Robert Louis Stevenson.
Mi padre me lanzó este libro a la cama desde la puerta de mi habitación al grito: ¡Léetelo! y consiguió consolarme así de una buena varicela en pleno mes de agosto. Todo lo que he visto y leído a posteriori sobre corsarios y bucaneros siempre he tenido la sensación que bebían de este relato; que la historia de Stevenson era la referencia original de todas las demás ¡Mi Long John Silver! Cuando me leí este libro yo soñaba que fuese en el fondo bueno. Pero claro, estaríamos hablando de otro libro. Ahora mismo me sirve para hacer unos dictados impresionantes sobre la b: Bribón, bergante, bucanero, barlovento, bitácora.

-Nacida en Domingo. Gudrun Mebs.
En los cuentos clásicos, la orfandad es el gran miedo de los niños. La ausencia y la carencia, llegan acompañadas  por un personaje abominable y cruel que empeora todo: ¡la madrastra! En este caso, la protagonista de este cuento es una huérfana “moderna”. Vive en un centro social de una gran ciudad. Comparte su vida con otros niños en similares situaciones y espera la llegada de unos padres que la acojan y la quieran. Los padres modélicos parecen sacados de la pasada burbuja inmobiliaria: con un cochazo, vestidos con pieles y trajes y montones de juguetes (que no de juegos). Nora alucina con la madre que le toca: no tiene pareja, es escritora y vive en un apartamento chiquitín…Escrito en primera persona, los chavales se identifican con la historia desde el primer momento.

-The Tale of Peter Rabbit.. Beatrix Potter.
En este libro aparecen un buen número de héroes de cómic, como Tintín o Asterix, sin embargo no quería terminar sin dejar espacio a los ilustradores ya que muchos cuentos no serían nada sin ellos. Están muy de moda los trabajos de Lauren Child o los preciosos dibujos de Auguste Lacombe o el propio Quentin Blake que ilustra esta selección. Sin embargo, mi autora favorita sigue siendo Nuria (http://nuriambb.blogspot.com.es). En este caso, uno de los álbumes escogidos en esta guía son los realizados por Beatrix Potter. Si permaneces en la superficie, sus personajes pueden resultar un poco ñoños; sin embargo, si rascas en esta creadora encuentras que  en realidad fue una botánica y una micóloga entusiasta que dibujó todas sus criaturas a partir de la realidad. También fue una cronista poco sentimental de la naturaleza “con sus dientes y garras rojas”. Peter Rabbit fue su primer libro y, probablemente, el mejor. El travieso conejo no tiene en cuenta la orden de su madre de no acercarse al jardín (“Tu padre tuvo un accidente ahí, la señora McGregor lo metió en un pastel) y de ahí empiezan todas las complicaciones…
Como gran aficionada a las flores y las plantas, creo que Potter tenía sentimientos algo contradictorios hacia los conejos. Idóneo para los primeros lectores.

Y hasta aquí. La buena noticia es que quedan 991 más. Se echa en falta que la selección de cuentos tenga una visión cultural un poco más amplia, porque se aprecia que bebe mucho de la cultura anglosajona. Por supuesto, también están incluídos los relatos más populares últimamente, como la saga de Harry Potter o Narnia Y también hay grandes ausencias como “El libro de la selva”; o la la divertida colección de amiguetes del pequeño Nicolás o la fantástica colección de cuentos para contar por teléfono de Gianni Rodari, pero claro, la selección no la he hecho yo, ni se pueden recoger todos los cuentos del mundo. La mía es “triple f-only A”: femenina, fantástica, fantasmagórica y aventurera.

-1001 libros infantiles que hay que leer antes de crecer. Quentin Blake y Julia Eccleshare. Grijalbo.

viernes, 8 de febrero de 2013

Si quieres llegar lejos en política...

Manuel Vicent. Editorial Alfaguara.
En la librería Gaudí, esperando a que me dijeran qué ocurría con “Son de mar”, me decido a comprar el último libro de Manuel Vicent. Es una ficción de la transición hecha a través de la “memoría láctea” de Suárez: de la amistad entre él y el rey, de la muerte de Franco, del 23-F, de los acontecimientos que marcaron la vida política de este país y, en definitiva, de los recuerdos que el presidente de gobierno ya no tiene. En esta ensoñación imaginada, pero tan certera que asusta, el gobernador civil en Ávila aconseja al joven Suárez qué hay que hacer para triunfar en política:



“Si quieres llegar lejos en política no te olvides nunca de mandar un ramo de flores a la mujer parturienta de cualquier mandamás. Usa tu memoria para recordar el nombre y apellido, la onomástica y cumpleaños de los superiores en el mando. Aprovecha que tienes una dentadura de primera calidad para reír hasta la carcajada las gracias de tu jefe inmediato (venga o no a cuento) y es importante que en algunos casos se te vea hasta la campanilla del gaznate. Aprende a terminar los abrazos dando palmaditas madrileñas en el costillar, lo mismo del amigo que del enemigo. En principio, dale la razón a todo el mundo, hasta el momento en que sepas que te la deben dar a ti y entonces exígela con autoridad, sin miedo. Más que el talento, en política lo que vale es la cintura”.


La cintura, las tragaderas y no mirar pelo. Nada se dice de la importancia de la formación, ni de la experiencia ni de la honradez. Y así nos va, ya sea en la década de los setenta o en 2013. Quiero más paisaje mineral, Vicent. Quiero más cine de verano imaginado desde el balcón.

-"El azar de la mujer rubia", Manuel Vicent. Editorial Alfaguara.