jueves, 23 de febrero de 2012

Sólo tiene exceso de imaginación

-Lo que le ocurre es fruto de una imaginación exaltada y de un cóctel hormonal que está a punto de explotar. Ni internet, ni televisión, ni redes sociales. Y que le de el aire -dictaminó con aire de suficiencia-. Por lo demás, no tiene nada.

Él, que había permanecido ceñudo y tozudo en su mutismo, sólo dijo: “En la nada está todo lo demás”.

Y yo, muerta de la vergüenza, pacté con mi marido, navegué por portales y le metí a tirones en el coche. El camino al mar era largo. Paramos en la gasolinera a las afueras de Madrid y al volver del baño, la ausencia.

Le pregunté a la familia que estaba aparcada a nuestro lado.

-Por favor, ¿han visto a mi hijo?

Madre y abuela negaron con la cabeza, pero la niñita de la piruleta dijo:

-Sí, sí. Se ha ido a palacio con la chica rara del vestido largo.

Le encontró la Guardia Civil en el entorno de Aranjuez hablándole a la nada como siempre.
Ahora mismo le escucho en su cuarto. ¡Qué haremos, Señor!
















Pasión sin anestesia

Me compré el libro de Elsa Punset hace más de dos años tras ver una de sus entrevistas en la 2 de casualidad. Pero, por entonces, en pleno colapso, así como no podía escribir una línea, tampoco podía leer nada que no fuera puramente académico; así que el libro, que tanto bien me habría hecho, quedó en la estantería durmiendo el sueño de los justos hasta que llegasen tiempos mejores. He tardado más de un mes en acabarlo y ha sido buena señal porque, en contra de lo que suele ocurrir, cuando una obra me gusta tardo en terminarla. Subrayo las ideas, doy vueltas a las frases y a las estructuras, y saboreo las palabras en plan gourmet. Consumo un párrafo, o dos o tres hasta que llego al final. Y he dejado constancia de que he pasado por allí porque el final, y el principio, y la parte central el libro lo tengo tan rayado que da miedo verlo. Qué no le dejarían hacer y decir a esta mujer si le concediesen 5 minutos más en pantalla, si no tuviese que hablar haciendo cabriolas ni perder el tiempo contestando a unos peluches despeluchados.

Elsa dice que para vivir basta con ser lo más brillantemente uno mismo que sea posible e interpreto sus palabras como una necesidad intrínseca de respetar aquello que te hace brillar, ya sea un deporte raro, un oficio sin futuro o una actividad que los demás no entienden. Recuerdo la época en que debía elegir estudios y mis compañeros y amigos se decantaban por cierto camino que a mí me parecía insufrible; no porque les gustase, sino porque “tenía más salida”. Y pensaba: “Pero Dios mío qué aburrimiento. Qué manera de cortarte las alas, ¿Qué asegura tu futuro? ¿Asegurar tu futuro te hará feliz? Yo que acabo de hacerlo, no soy más feliz ahora que cuando vivía en la inestabilidad. Otra cosa son los motivos que te impulsen a cambiar de rumbo pero el miedo al futuro no puede ser una razón. El miedo al miedo no conduce a ningún sitio.
Me declaro urbanita, me gustan los ordenadores y adoro conducir, pero sí creo que mantengo el instinto y lucho por mantener este canal abierto, por alejar esta falta de pasión que veo diariamente en mi entorno. Esta falta de pulso, este desmayo que no entiendo. No estoy habituada, y espero no hacerlo jamás.

 

“La falta de pasión se ha convertido en uno de los problemas más acuciantes de una sociedad obsesionada con la vida urbana, la tv, los coches, las comodidades, los ordenadores, las soluciones rápidas…es la vida exprés. Encerrados en casas, apilados en pisos, cada día vivimos más alejados de la vida salvaje. Vivir se ha convertido en un camino que exigimos seguro: no queremos correr el menor riesgo. En el mundo seguro y anestesiado donde vivimos la pasión se ha refugiado tan sólo en el amor pasional. Como éste no suele ser ni frecuente ni duradero, el siguiente recipiente natural de la pasión parece ser el sexo. Pero en las relaciones sin pasión no hay sexo apasionado. Es un detalle que intentamos sobrellevar cambiando de pareja, pero no tiene fácil solución.
Cuando se busca la pasión fuera de uno mismo cuando algo tan básico para la felicidad pasa a depender de otro, el resentimiento y la decepción son inevitables. Decía Georges Duhamel: “si quieres amistad, dulzura, alegría, llévalas contigo. Todo lo que necesitas está dentro de ti”.
-Podría haber añadido una imagen de Elsa, pero prefiero este vídeo de Paolo Conte. Tan mayor, tan vivo y apasionado, con una entrega hacia el micrófono que eriza la piel-

Pon pasión en toda tu vida, cada día, cada minuto.
“La sua origine d’Africa,

la sua eleganza di zebra,

il suo essere di frontiera, una verde frontiera

una verde frontiera tra il suonare e la mare"

Alle presse con una verde milonga...














miércoles, 15 de febrero de 2012

El estado de las cosas

Elsa Punset –psicóloga, pedagoga y también hija de Eduard-dice que el camino del ensimismamiento conduce, por un lado, a la depresión y, por otro, a la creatividad; así que decido aprovechar este parón obligado para poner las ideas en orden dentro del penúltimo campamento. Afilo mis sentidos para estar alerta y no errar la elección y celebrar, al mismo tiempo, el mero hecho de haber llegado hasta aquí. Cierto es que no es la primera vez que me encuentro en este punto. Cierto es que no estoy en el final, pero no menos cierto es que esta vez creía que me despeñaba al principio de la ascensión. Así que esta llegada sabe a triunfo igualmente. Hemos conseguido recorrido en 3 meses el camino que el año pasado hicimos en 6.

Subo con los mejores: a mi derecha, Juanito; a mi izquierda, Edurne. Ella abre la marcha con indicaciones precisas, pero es Juanito quien me las traduce a un idioma inteligible porque a veces, estoy tan embotada por el frío, que no entiendo nada. A esta altitud todo se percibe de manera diferente. El cuerpo no responde como desearías y el control mental lo es todo.

Queda otro campamento en el cual mi esfuerzo ya no cuenta nada y luego la cumbre: eterna, hermosa, brillante. Hay días en que se ve cercana, próxima, casi la puedes tocar. Otros, en cambio, el cielo se encapota, la tormenta arrecia y, simplemente, desaparece de tu vista.

Cortesía Edurne Pasabán.

Dejo de mirar y me centro en el pequeño cubículo. En una esquina está Phil: peluda, ñoña, gruñendo en cada esquina. Si en lugar de estar en plena ascensión me hubiera dirigido a Alaska, la habría eliminado hace tiempo con el Winchester pero hay riesgo de alud, así que he de combatirla de otra manera. Decido emplear un sortilegio y le lanzo las palabras de Julio: “Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro hacia la pared y ábrete paso. Oh, ¡cómo cantan en el piso de arriba! ¡Hay un piso de arriba en esta casa, con otras gentes. Hay un piso de arriba donde donde vive gente que no sospecha su piso de abajo y estamos todos en el ladrillo de cristal”

Phil retrocede. No desaparece, pero empequeñece hecha una bola y me deja en paz.

Cuando me preguntan por qué subimos por este camino a menudo no sé qué contestar; muchas veces el instinto de supervivencia me salva de mí misma y me recuerdo que no se puede confundir ignorancia con estupidez. ¡Vamos arriba!¡Vamos arriba! ¡Qué frío hace!












viernes, 3 de febrero de 2012

Micromicrorelato

Las 5 edades del hombre: Nacimiento-Infancia-Adolescencia-Adolescencia-Adolescencia...

jueves, 2 de febrero de 2012

De Gallardón a Celaya

Cuando me abrí este blog, me prometí a mí misma que escribiría como si nadie me leyera. He redactado tanto para y por los demás y he estado tanto tiempo sin teclear una línea, que hasta que no surgió Calladita no me he dado cuenta de la gran necesidad que tenía de no guardar las formas, de expresarme de lo que me diera la gana, independientemente de si agradaba o no; si se entendía o no, si tenía relevancia, coherencia, actualidad… o no, y hoy escribo para liberarme de la vergüenza, porque tengo que tengo tanta que no me deja ni respirar.

Paso por alto el tijeretazo y los recortes a Sanidad y a Educación, que las ha dejado hecha unas zorras. Y me disculpo, pero es que se han convertido en lo más expuesto, en lo más tirado, las están dejando en bolas. Veo las manifestaciones que sacuden a mi ciudad y me llenan de pena. No he ido a ninguna: no estoy ni en  el lugar ni en el momento adecuado; pero aun así creo que mejor es reflexionar antes que desgañitarse en la calle después. Nacho empleaba la canción “Life vest under your seat” para explicar cierta enajenación colectiva que ha desembocado en esta situación. Creo que no andaba desencaminado. Ha sido eso y el desencanto de la gente lo que ha motivado meterse hasta el cuello en esta marea azul que lo engulle y lo tritura todo en aras de la economía.

Abro el País y me encuentro con Elvira –otra vez, ¡otra vez!-y habla en su vez en su columna de lo que ha motivado a su vez este texto: Gallardón suspende la ley de plazos. Por tanto, se vuelve a la minoría de edad de las mujeres, a depender de decisiones ajenas, a mentir. Sigo leyendo, y me encuentro con el ministro de Educación con unas declaraciones en letra pequeña que parece que nadie más ha recogido: “De 0 a 3 años no hablamos de Educación, hablamos de conciliación”. Que se apañen las mujeres, (porque así sigue siendo, y en parte por nuestra culpa). Qué poco respeto, qué poca sensibilidad hacia nosotras y hacia los críos. Me muero, me muero de la vergüenza. Tercera noticia en el mismo periódico en dos páginas de diferencia: “Educación para la Ciudadanía se centrará en aspectos institucionales de manera que se suprimirá todo aquel contenido que no tenga que ver con la Constitución, laUniónEurpeoa blablablablaxjiugiuigueie” Aspectos vitales como todo el mundo sabe para la vida cotidiana de un chaval. Lo que equivale a que dentro de bien poco me cargo las relaciones interpersonales y humanas que era lo que yo trabajaba en esta asignatura, y que hasta la fecha veía que tan bien funcionaba. O los distintos modelos de familia, o la educación emocional…-¡Ay, que me acerco a un punto calentito! Aquí está, lo pongo en mayúsculas-o al SEXO , ¿no? Siempre se me olvida cuanta sexofobia hay en este país, y cuan conservadora es, joder, joder, cuando con una buena educación emocional se acababan tantísimos problemas.

Acaba mi lectura y casi al final del viaje en Euromed me encuentro con Gabriel Celaya, que no sé si sabía de sexo o de política; pero sí de educación y de hacer el gilipollas. También sabía de ser coherente, por respeto a los demás pero sobre todo por respeto a uno mismo. Creo que esta sociedad, este sistema, o encuentra su Norte como Celaya, o acabará enfermo como él. El ingeniero que escribía versos decía:

“Pero en este proyecto (TENTATIVAS), por abierto que se pretendiera, había algo falso. Como había algo falso en mi trabajo de ingeniero sin vocación, y en mi postiza vida de burgués, y en mi actividad de escritor que no publicaba. Y contra este malestar, que yo trataba de domeñar con fórmulas intelectuales y voluntades goethianas de orden y acomodación, mi cuerpo dijo su palabra. Y caí enfermo, como a los doce años, sin que nadie supiera explicar cuál era mi enfermedad. Evidentemente, era de origen psíquico, aunque no lo pareciera. Pero eso no me salvó de tres meses de cama, con fiebre (siempre la fiebre) y de un derrumbamiento que daba por definitivo”

Y


Fundación Gabriel Celaya. Foto Alberto Schommer.

“Repitámoslo. Recémoslo: Nadie es nadie. Busquemos nuestra salvación en la obra común. Pesemos nuestra responsabilidad. Sintamos cómo al replegarnos sobre nosotros mismos nuestra inanidad nos angustia, y cómo al entregarnos, al ser para los otros, al ser en los otros y al participar a compás en la edificación general del futuro, el corazón se nos ensancha, el pulso nos trabaja, la vida canta y somos por fin, a todo voltaje, hombres enteros y verdaderos. Salvémonos así, aquí, ahora mismo, en la acción que nos conjunta. No seamos poetas que aullan como perros solitarios en la noche del crimen. Carguemos con el fardo y echémonos animosamente a los caminos matinales que ilumina la esperanza."

Vuelve Celaya, a cerrarles la boca a Gallardón y al tonto del ministro. Goytisolo también lo haría requetebién.


¿Qué pasaría si los poetas fueran políticos? ¿Y al reves? Ay, no, al revés no. Que el azul se transformará en gris plomo.