viernes, 6 de enero de 2012

El huevo devastador


En casa tengo un artículo enmarcado de la actriz Cristina Plazas. Lleva por título “Recetas para la infelicidad” –lo reproduzco en parte al final de esta tontería que estoy escribiendo-. Y en él se habla desde la ingenuidad de todas esas cosas que se hacen cuando se llega a cierto grado de madurez. Más bien, de lo que dejas de hacer por vergüenza, por falta de tiempo, porque te invade la pereza o porque socialmente parece que está mal visto; no sé.


Debería adherir en una esquinita del marco un envoltorio de un huevo Kinder. Fue mi amiga Ana quien utilizó la marca de esta chocolatina para acuñar el mismo comportamiento que describe Plazas. El Kinder ha tenido tanto éxito que se ha incorporado a las conversaciones diarias y se ha extendido en mi entorno cercano. Cuando digo “Están dentro del huevo” o “Están con el señor Kinder”; se entiende que hablo de la mullida comodidad de lo cotidiano; de la rutina, tan segura, tan calentita y tan dulce…pero también tan peligrosa, tan empobrecedora, tan solitaria. El Huevo Kinder da tranquilidad, tanta, que impide ver qué hay fuera de la cáscara. Caer ahí es dejar de hacer cosas nuevas, es el abandono, es dejar escapar aquello que antes te apasionaba.


Supongo que esta tendencia se acentúa en ciertos períodos de la vida y antes-¡pero qué rematadamente gilipollas soy!-pensaba que tenía que ver con la llegada de los niños. Ahora, veo que no es así. Los chavales son lo primero, te fuerzan a adaptarte, te indican qué es verdaderamente importante… pero no te devoran. Otra amiga me decía el otro día que suspiraba por cenar…¡una menestra! Pero que no se la hacía, porque su familia sólo tomaba patatas fritas. Evidentemente, aquí no es que tengas un huevo Kinder. Lo que tienes es un problema de cojones.


Las señales de alarma son muchas (leed a Cristina) pero, a grandes rasgos, si tardas más de un año en ver a tu mejor amigo-sin que esté justificado-, empieza a sospechar que la cáscara comienza a envolverte. En inglés yankee:“Your life is not only from 9 to five".

“Recetas para la infelicidad”

-Hacer de la prisa un vicio y de las obligaciones, un estilo de vida.

-No aceptar que hay personas que ya no te quieren.

-Dejar de sorprenderte con los días nuevos.

-Quedarte más de la cuenta en la sobremesa de una cena que ya rozó la cúspide del máximo aburrimiento.

-Perseguir la felicidad que creemos que viven los otros.

-Evitar los sueños inútiles sólo porque son inútiles.

-Perder la ingenuidad.

-Guardar para otro momento (¿cuál?¿dónde?¿cómo?) tu mejor vestido y ver cómo deja de hechizarte encerrado en un trozo de plástico transparente.

-Esperar un “yo también” cuando dices “quiero estar siempre contigo”.

4 comentarios:

  1. Llego de un Día de Reyes en cierto modo devastador con un no se qué en las tripas, enciendo el portátil supongo que buscando tomar tierra otra vez,descansar, equilibrarme en cierta manera.Que sorpresa encontrarme con la imagen de Cristina, su mirada es de una especie única ¿verdad?, he oído tantas veces su voz en el teatro, me he enamorado de esa voz cada una de esas veces, es el sonido del Mediterréneo metido en una caracola.Me gusta su artículo, me alivia su artículo, me reconozco en un momento en que la cáscara de mi huevo empieza a clarearse. deja pasar la luz, me cuestiono los tiempos, las rutinas, las ausencias que no son sino un asalto a mano armada de los excesos de presencias.
    Gracias otra vez Inma

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  2. Pues mira, Laura, en la “receta para la infelicidad” Cristina guarda más ingredientes:
    -Escuchar sólo la música que les gusta a los demás para hacerte la lista en los conciertos.
    -Leer por leer, sin apasionamiento.
    -Acostarte pronto cuando aún tienes fuerza y ganas para contar otro chiste.
    -Atarte las manos cuando te entran ganas de volar.

    Las personas que más deben cocinar esta receta son las que más rápidamente pasan de largo de la estantería ¡El guiño de Cristina no las atrapa!
    Me alegra que tu cáscara empiece a clarear.

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  3. Otra entrada genial, Inmuchi-san, tu blog es como una cajita de tesoros, de los de verdad, de los que te quieres llevar allá donde vayas :)
    Me encanta la de "Atarte las manos cuando te entran ganas de volar"... Me gusta porque me recuerda que sabemos volar.
    Este mundo sería idóneo si no se programara a la gente para hacer todo eso de lo que Cristina avisa en su lista.

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  4. Esto será una cajita, ¡pero tú eres el baúl de los tesoros! Cristina es resabia, está desprogramada, piensa libremente. ¿Quién induce a este comportamiento tan triste?

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