sábado, 15 de diciembre de 2012

100 pelis de adultos...para ver con niños

Siempre he pensado que las personas nacidas a mediados de los 70 fueron afortunadas en cuanto a cine se refiere porque llegaron a la edad perfecta a la década de los ochenta: una época muy rica en un tipo de largometraje familiar, que combinaba aventuras, misterio, y mucho-mucho humor, y que conseguía que todo el mundo se lo pasase realmente bien en las salas. Era el momento de las primeras cintas de Steven Spielberg, de George Lucas, de Allan Parker…“100 pelis de adultos para ver con niños” incluye estas cintas, y otras 90 más. Como no es cuestión de revelarlas todas (¡pobres autores!), sólo he escogido algunas. Reconozco que en mi selección he sido conservadora: las han pasado mil veces por la televisión, pero siguen siendo igual de válidas para llenar una tarde tonta o unas horas ahora que en Navidad se pasan muuuucho tiempo con la familia y los adultos pueden llegar a sentirse desbordados de tantísimo dibujo animado. El éxito depende del sentido del humor de los padres, del momento y de la edad de los niños. Además, leyendo el libro me he acordado de antiguas salas de Valencia en las que vi originalmente estas cintas y de lo bien que me lo pasé.



Porque hay vida más allá de Disney…




1-Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000)
La historia del niño que quería ser bailarín pese a la oposición de toda su familia entra a la primera a los chavales. De fondo en esta cinta, está la lucha obrera de los mineros contra el gobierno férreo de Margaret Thatcher y una BSO estupenda, que me compré directamente tras salir del cine (T-Rex, The Clash).

“-¿Qué sientes cuando bailas?
-Es como si desapareciera…es como si desapareciera y todo mi cuerpo cambiara. Como si tuviera fuego dentro y me veo volando, como un pájaro. Siento como electricidad…Sí, como electricidad



2.-Dentro del laberinto (Jim Henson, 1986)
Extraordinaria por su creatividad: los muñecos de trapo de Jim Henson son los protagonistas de esta película y una todavía se sorprende al encontrarse a Jennifer Connelly preadolescente en uno de sus primeros trabajos. El personaje principal lo ocupa David Bowie: elegante, inquietante y seductor, quien interpreta al líder de todas las criaturas que habitan en el laberinto. Los chavales alucinarán con las puertas parlantes, el llamarocas… Hay una escena que calca las escaleras imposibles de Escher.
¡¡No tienes poder sobre mí!!



3.-Esta casa es una ruina (Richard Benjamín, 1986)
Las veces que me he acordado de esta película en mis mudanzas… Inolvidables las secuencias de la escalera, de la caída de la bañera y del pollo/pavo volando por la ventana tras el estallido de la instalación eléctrica. No puedes parar de reír.

4 ET (Steven Spielberg, 1982)
De esta cinta, recuerdo intensamente las colas interminables que se organizaban en la taquilla de los cines Oeste (hoy un supermercado, creo) y la ansiedad por pensar que nunca jamás entraríamos, que se agotaban las entradas y ¡¡que seguíamos sin poder aparcar!!. Los niños de corta edad se la aprenden de memoria. La lagrimita cuando el extraterrestre cae enfermo también está asegurada.
5.-Indiana Jones: en busca del arca perdida (Steven Spielberg, 1981)
Esta es la cinta que los autores han incluído en el libro aunque, personalmente, me gustó más la segunda parte: “Indiana Jones en el templo maldito” De hecho, creo que es la película que más veces he visto en mi vida (sí, sí, así de intelectual soy yo) y la hagan las veces que la hagan, me quedo a verla sí o sí. Perfecta toda ella: desde la búsqueda del antídoto a puntapiés entre los cubitos de hielo, al corazón palpitante en llamas. Algunos amigos míos licenciados en Historia siempre me gritan cuando sale el tema: “¡Si es un saqueador!-¡Si está llena de incorrecciones!. Nadaaa, ni caso… Es una película de aventuras redonda.



6 La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954)
A esta película le debo mi simpatía por la fotografía y la querencia que siento por las cortinas y por los patios interiores. Me gusta adivinar qué tipo de personas viven en ella: si viven solas, si viven con personas mayores, si les gusta la jardinería o en qué trabajan. Parece raro que una cinta de Mr. Hitchcok funcione, pero las niñas alucinan con la gracia de Grace Kelly y sus vestidos. Esa sí que fue una princesa.

7 Little Miss Sunshine (Jonathan Dayton, Valerie Faris, 2006)
Hay que advertir que tras esta película, las niñas no pararán de repetir el bailecito freak del super-freak. Me gusta porque es también una oda a la familia no convencional y a la imperfección.

8.-Los Goonies (Richard Donner, 1985)
Como bien dice este libro, “Esta película forma parte de la memoria infantil cinematográfica que todo adulto lleva dentro”. ¡Pues claro que sí! Si hasta han hecho camisetas. La escena del órgano-esqueleto es inolvidable, igual que el descubrimiento del barco pirata o la búsqueda del tesoro. Es de las cintas que no fallan las pongas cuando las pongas: un día de lluvia, una mañana sosa, unas horas tontas antes de ir a cualquier sitio…



9.-Super size me (Morgan Spurlock, 2004)
Este documental me ayudó a ganar unas oposiciones y lo he probado en clase con resultados muy buenos. En el libro se indica que una profesora amiga de los autores lo probó con alumnos de 6º de Primaria de tirón. (¡Serían talentosos o alumnos precoces como poco!) Con fieras de tercero de la ESO en adelante, sí funciona, y con críos de más corta edad también, pero a trozos. Morgan Spurlock no consiguió finalizar su experimento (30 días alimentándose en una cadena de comida rápida) y su hígado se lo agradeció.
Estarán un mes pensándose dos veces entrar en un restaurante de comida rápida.



10.-Un pez llamado Wanda (Charles Crichton, 1988)
Esté con quien esté cuando hemos terminado de ver esta película, siempre llegamos a una única conclusión: ¡¡Pero qué risa!! John Cleese, Kevin Kline, Jaime Lee Curtis y Michael Palin hacen llorar. Aunque los chavales no la entiendan por completo, tiene secuencias tan graciosas que no importa que no comprendan el todo.

Y ya está. Por supuesto, no estoy de acuerdo con toda la selección. Por ejemplo, no entiendo cómo han incluído en el listado “Friends” o“Grease” y han dejado fuera a “Fama”, (la cinta original de Allan Parker, 1980) o a las baldosas amarillas de Dorothy (“El mago de Oz”, Víctor Fleming, 1939). Hay cintas en blanco y negro; otras que pertenecen a las décadas de los cuarenta y cincuenta; y algunas de terror y ciencia ficción estupendas (“Alien, el octavo pasajero”) así que, nada,sólo hay que elegir según el gusto del consumidor y del pequeño consumidor.


-100 pelis de adultos para ver con niños, de Noelia Terrer y Carlos Rubio. (Se lee enseguida, yo me salté dos paradas de metro por lo emocionada que estaba). De Litera Libros.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Mi blog hecho con el lado derecho

Estreno un nuevo blog con vocación informativa. Personalmente sé que no es el mejor momento para abrirlo, pero cuando se trata de comunicar no atiendo a plazos y voy a dentelladas, robando el tiempo que no tengo. Hay tan pocos datos sobre la Incontinencia Pigmenti y los que hay están tan dispersos y tan tecnificados, que no se me ocurre una manera mejor para devolver el gran favor que me han concedido.


María José, el personaje de Juanjo Millás, afirmaría que el blog está hecho con “el lado derecho”. Como mi lado izquierdo sigue por aquí vivo y algún texto saldrá zurdo seguro, pues no me importa nada.


miércoles, 10 de octubre de 2012

De les meravelles

Quines coses es troben a faltar quan una es troba fora de casa.
  
Una pensa que els amics. Que la familia. Que la teva vida quotidiana.. , però em meravella aturar-me aquesta nit i pensar en la pitera salvatge que està menjant-se tota l’andana, en les converses a la parada del metro, en la caiguda de la tarda sobre els camps. Trobe a faltar això com abans apropar-me al cor de València creuant un pont amb res en les butxaques .

I és precissament, ara, estant fora, quan m’he trobat amb el fill del forner i amb la seua « Postal ». Anava a incloure altre poema, el més conegut, però és aquest i no un altre el que ha d’estar ací.

Saps que han llevat la teua estatua de la plaça del poble? Què diries d’aquesta situació? Amb tot el que passares… (Ara ja tenim televisió!!)

Només necessite parlar en valencià quan estic amb els xiquets quan dormen, amb les plantes i amb els gats. Però aquesta entrada havia de ser en valencià.

Però com es posible que digueren que eres el poeta de la mort…

  POSTAL

(D'ells ahunits surt amor, d'algun acte.

Ausiàs March)

Arbres de l'Albereda, aquella font amable

que sona entre les fulles, el carrer de Colom,

el carrer de Russafa, i enllà el carrer de Xàtiva.

Caminàvem els dos aquell dia d'agost.

Tu duies un gesmil, distreta, en una mà.

Duies un vestit blanc que cenyia el teu cos.

No gosava tocar-te. Et mirava, només,

amb un amor tan gran com la Seu de Mallorca,

un amor cast i humil, un amor religiós,

amb unes ganes de plorar d'agraïment

perquè t'havia dit que et volia i m'havies

contestat que em volies. Irromperen de sobte

les trompetes de jazz, el carrer de Russafa

tan divers dels neons en els establiments,

alegre de teatres, de cafès i de vida.

Tu duies un fesmil en una mà;recorde

com el vares tallar mentre et parlava jo.

En arribar a casa, el duies a la boca.



-Quina sort tingueres, Isabel!


( Llibre de les Meravelles. Vicent Andrés Estellés)

viernes, 21 de septiembre de 2012

Vacío en 1, 2, 3...

Estos tres micros los escribí en torno a una revista monográfica cuyo tema central era “el vacío”. En él, tenían cabida todas las acepciones: desde el “Soy Nadie” de Ulises contra Polifemo; al “Libro vacío” de la periodista mexicana Josefina Vicens que, por desgracia, fui incapaz de encontrar. Al grito “Me importa más mi vida que mi propia literatura”, Vicens sólo escribió dos novelas, pero fueron suficientes para ganar premios que sólo consiguieron por delante de ella Octavio Paz y Juan Rulfo.

21 de septiembre: Día Mundial de la lucha contra el Alzheimer. El vacío total.



Vacío en 1, 2, 3…



1

Soledad le abrió la puerta cuando entró en su piso alquilado, blanco, vacío e impersonal.

-Pronto conocerás a mi hermana mayor-musitó-.

Al día siguiente, lo primero que hizo fue buscar la sala de profesores de su instituto. Nada le salió al paso vestida de gris fantasmal.

-Encantado de conocerte. Eres nuevo, ¿verdad? Se nota por el destello de tu mirada. No te preocupes, pronto se te pasará. Entra, entra…Te presentaré a la excelente Triple A.

El señor Abatimiento, doña Autosuficiencia y Don Aburrimiento cabecearon a modo de saludo.





2

(Anuncio por palabras)

Se vende cochecito de bebé sin estrenar.



3

-“Dicen que el tiempo lo borra todo”.

-Tómate la pastilla, anda. Descansa.

- ¿Es lo mismo que “El tiempo lo cura todo”?

-Tal vez.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Lo que no

Ayer mismo en el sofá me asaltó este texto de Juan José Millás. Lo copio y subo a la carrera porque no había leído nada que explicase tan bien la demoledora sentencia de Nacho a la que le he dado mil vueltas: “En la vida importa lo que haces y lo que no. Lo que dices y lo que no”. Siempre he estado un pelín obsesionada con estos “lo que no”... pero con no tenerlos, con no dejarme nada en el tintero que creyese en ese momento que valía la pena. Creo que por esto mismo me dediqué al periodismo. Y por esta misma razón, lo abandoné.

Cortesía JJ Millás.
...pues bien, cuando mi amigo pronunció aquella frase (si hubiera tenido hijos, el mayor tendría ahora veinticinco años) pensé que en la vida de las personas era más importante lo que no sucedía que lo que sucedía. Aquel soltero aparente tenía en otra dimensión oculta una familia imaginaria, una familia que llevaba construyendo desde hacía veinticinco años. Pensé entonces que cada uno de nosotros lleva dentro un “lo que no”; es decir, algo que no le ha sucedido y que sin embargo tiene más peso en su vida que un “lo que sí”, que lo que le ha ocurrido. (...) Muchas de las mujeres que habían entregado a sus bebés a una madre falsa habían tenido después una vida feliz, en ocasiones llena de descendencia. Pero el hijo más importante era “el que no”.

Algunos de esos hijos, por su parte, habían crecido en familias falsas envidiables, pero una vez que se enteraban de su condición espuria no hacían sino añorar aquella otra familia inexistente, “la que no”.

Todo el mundo tiene una herida por la que supura un “lo que no”, que ningún “lo que sí”, por extraordinario que sea, logra suturar.

Juan José Millás. Dos mujeres en Praga.

viernes, 31 de agosto de 2012

Aguijón: me salgo por el margen

-Pobre blog, qué abandonado te tengo, con la alegría tan salvaje que me has dado desde el principio.




"Las manos", de MC Escher.
Este verano recibí un picotazo, un aguijonazo en plena playa. Viniendo de quién venía, era del todo imposible que hiciese daño; pero lo cierto es que su efecto se ha irradiado, se ha expandido por todo el cuerpo y esta entrada es prueba del efecto causado. En realidad, no debería de haber pasado de una buena y sorprendente conversación arena-toalla-arena. De aquí también proceden los cambios que efectúo en este blog. Son pequeñas transformaciones a las que he sido siempre reacia porque me parece que desvirtúan la idea original de este espacio; pero, sí, supongo que he de quitarme el escudo de bloguera antibloguera, si quiero seguir adelante. Porque de eso se trata, ¿no? Complejo de cangrejo, que me caen la mar de simpáticos, creo que no tengo. Ahora falta marcar el objetivo sin trazarlo. No sé cómo me las ingenio con dar en el blanco sin proponérmelo porque si lo busco, no hay manera…

Reconozco que mis argumentos cargados de razón no son suficientes; pero, para ello, ha tenido que pasar este cansancio largo y extenuante. Ha sido tan denso que pulsar una tecla me ha llevado dos meses. Además, soy amante de la dolce far niente, tremendamente autónoma y no quiero cargarme de (más) responsabilidades cada vez que meto la nariz en este espacio.

Si vuelvo a la arena y a Capote, y a tener que escribir como ejercicio sí que lo dejo del todo. Estructurarme siguiendo un calendario resulta una buena idea pero, aguijón, fíjate cuánto debe costarme que veo en un sencillo reloj de pulsera un juego de esposas. Tengo tanta cuadrícula en estos años que a la hora de escribir no soporto el papel rayado. Me salgo por el margen.

Subrayo que el vendaval no puede conmigo. Ya sabes que siempre ha sido mi gran terror aunque, paradójicamente, nada sería sin él. Supongo que si el relámpago te pilla por sorpresa o no querías dejarte atrapar llega a pulverizarte. Pero en mi caso, he ido corriendo como una loca a por él, plenamente consciente. Me he sentido como esos fotógrafos locos que recorren kilómetros y salvan obstáculos para ir a por la espiral mientras ésta lo desmigaja todo a su alrededor. El secreto es que dentro de mí tengo un búnker. Así que supongo que la solución radica en organizarme desorganizándome.

¿He de engañarme a mí misma? Pues sí, sí, algo así…

Qué texto más freak, Inma. Tienes que poner coto a este maldito vicio que tienes.

viernes, 1 de junio de 2012

Siempre te estaré agradecida


Foto de Violeta de Lama.

Casi siempre que quedo con N las veo florecer: mientras hablamos de cualquier tema, mientras arreglamos el mundo en una hora, brota una de cada extremo de sus rizos. Soy la única que las ve y que se beneficia de su fragancia tranquilizadora, que borra y disipa mis dudas en una oleada violeta. En nuestra última cita me gritó antes de marcharse: “Inma, ¡organiza la estantería!”. Y, aunque hablaba metafóricamente, decidí tomar al pie de la letra su consejo y me puse a ello al llegar a casa: por algo hay que empezar.


Al llegar al tercer estante, recuperé uno de los libros de Rosa Montero, y de entre la dedicatoria, se escapó una imagen: vi a Chusi y a mí misma tiradas en los escalones de Distrito. Era tercer curso, en pleno ecuador y en plenos exámenes, intentando organizar el desbarajuste de papeles: nuestras preguntas, las que nos había aconsejado la profesora de Redacción y las que nos habían colado los compañeros que habían preferido quedarse en casa a estudiar. No perdimos mucho tiempo en ello (Total, si no va a ser. Total, si es imposible) y enfilamos el Paseo de los Machado buscando entre las casetas y sorteando los charcos. Recuerdo que estaba de un humor de perros, porque no sabía qué hacía allí cuando ya estaba casi decidida en dejarme la carrera y pasarme a Filología Inglesa. Chusi, que me veía barruntar y que también estaba en la cuerda floja, murmuraba:

-Inma, es la mejor entrevistadora de España. Como nos pegue un corte me echo a llorar.

-Sí, señora. Eso o echar a correr, que es más digno.

Ya había conseguido el Nacional de Periodismo y allí la vimos, bastante tranquila, en uno de los puestos del fondo. Nos benefició que todavía era bastante pronto y que el mal tiempo había retrasado las visitas de los lectores.


Le entregué el libro sudado que ahora tengo en casa y “Te trataré como una reina”. Al cogerlo para la firma dijo: “Huye si alguna vez un hombre te dice algo parecido”. Me entró una risa nerviosa (¡Pues empezamos bien!) y ocurrió lo inesperado, porque nos invitó a hablar con ella DENTRO de la caseta. Pasamos la mañana sentadas cada una a su lado, desgranando una conversación, que no una entrevista, hecha a ratos, rara y espontánea, porque nos olvidamos por completo de los papelotes; aunque ella nos iba atendiendo entre firma y firma de los lectores: comentaba aspectos de su vida; qué le parecía la feria; qué pensaba de los otros escritores que estaban esa mañana por allí – Antonio Gala entre otros-y tuvimos que parar la grabadora unas cuantas veces.

Recuerdo que la felicidad me inundaba, que era plenamente consciente de lo que estaba sucediendo y que pensaba: “¡madre!, cuándo lo cuente en casa…” Veía a Chusi sonriendo de oreja a oreja, y otras cosas que no tienen nada que ver con la charla: los pendientes que le he visto en más de una contraportada; su olor y sobre todo, por encima de todo, las manifestaciones de respeto y de cariño que desprendía la gente que se fue arremolinando poco a poco, haciendo cola:


-Rosa, unas palabras para mi hijo, que te sigue desde el principio.

-Rosa, mi madre está en cama hospitalizada. Le haría mucha ilusión…

-Rosa, una foto, por favor.

¡¡Una foto!! Entonces no había cámaras digitales, pero es que ni a una ni a otra se nos ocurrió coger las de carrete. Total, si no va a ser. Total, si es imposible.

Así que sólo tengo los recuerdos que ahora mismo estoy poniendo por escrito. Eso y la cinta grabada que no he vuelto a escuchar; una porque no quiero morirme de la vergüenza. Dos, porque no quiero que se me altere la imagen mental que tengo de aquel día. Antes de marcharnos, nos dio un consejo: “Haced prácticas u os comeréis el título” y se despidió de nosotras diciendo: “No lo habéis hecho mal y esta manera de lanzarse no lo hace cualquiera”.


Así que lo imposible, sucedió. Chusi y yo estuvimos insoportables un mes entero, sintiéndonos las súper-perihostias. Explicándole a quién nos quería escuchar y a quién no también nuestra gran hazaña.

Lo más importante del precioso rato que pasamos con ella fue que involuntariamente, nos convenció de que siguiésemos adelante, de que no arrojásemos la toalla, de que trabajar en comunicación era un camino precioso y de que apostásemos por la sorpresa porque en el fondo nunca se sabe... Fue la primera vez que sentí el efecto que las palabras provoca en los demás. Eso no lo aprendí en los libros y mucho menos en la Universidad: lo hizo ella involuntariamente en aquella mañana de sábado, enseñándome desde la barrera lo que pueden sentir los demás al leer algo bien escrito. Recondujo en unas horas mi carrera y me olvidé de la filología. Por eso, me da igual que escriba un best seller, una recopilación de artículos o un libro infantil. Soy fan entregada total. Siempre he dicho que si se quema la casa, lo primero que salvaría serían sus libros. No soy objetiva, ni quiero serlo.

-N, ya me he vuelto a liar y la estantería sigue hecha un desastre. A ti también te estoy eternamente agradecida por ser, por estar.
















miércoles, 14 de marzo de 2012

jueves, 23 de febrero de 2012

Sólo tiene exceso de imaginación

-Lo que le ocurre es fruto de una imaginación exaltada y de un cóctel hormonal que está a punto de explotar. Ni internet, ni televisión, ni redes sociales. Y que le de el aire -dictaminó con aire de suficiencia-. Por lo demás, no tiene nada.

Él, que había permanecido ceñudo y tozudo en su mutismo, sólo dijo: “En la nada está todo lo demás”.

Y yo, muerta de la vergüenza, pacté con mi marido, navegué por portales y le metí a tirones en el coche. El camino al mar era largo. Paramos en la gasolinera a las afueras de Madrid y al volver del baño, la ausencia.

Le pregunté a la familia que estaba aparcada a nuestro lado.

-Por favor, ¿han visto a mi hijo?

Madre y abuela negaron con la cabeza, pero la niñita de la piruleta dijo:

-Sí, sí. Se ha ido a palacio con la chica rara del vestido largo.

Le encontró la Guardia Civil en el entorno de Aranjuez hablándole a la nada como siempre.
Ahora mismo le escucho en su cuarto. ¡Qué haremos, Señor!
















Pasión sin anestesia

Me compré el libro de Elsa Punset hace más de dos años tras ver una de sus entrevistas en la 2 de casualidad. Pero, por entonces, en pleno colapso, así como no podía escribir una línea, tampoco podía leer nada que no fuera puramente académico; así que el libro, que tanto bien me habría hecho, quedó en la estantería durmiendo el sueño de los justos hasta que llegasen tiempos mejores. He tardado más de un mes en acabarlo y ha sido buena señal porque, en contra de lo que suele ocurrir, cuando una obra me gusta tardo en terminarla. Subrayo las ideas, doy vueltas a las frases y a las estructuras, y saboreo las palabras en plan gourmet. Consumo un párrafo, o dos o tres hasta que llego al final. Y he dejado constancia de que he pasado por allí porque el final, y el principio, y la parte central el libro lo tengo tan rayado que da miedo verlo. Qué no le dejarían hacer y decir a esta mujer si le concediesen 5 minutos más en pantalla, si no tuviese que hablar haciendo cabriolas ni perder el tiempo contestando a unos peluches despeluchados.

Elsa dice que para vivir basta con ser lo más brillantemente uno mismo que sea posible e interpreto sus palabras como una necesidad intrínseca de respetar aquello que te hace brillar, ya sea un deporte raro, un oficio sin futuro o una actividad que los demás no entienden. Recuerdo la época en que debía elegir estudios y mis compañeros y amigos se decantaban por cierto camino que a mí me parecía insufrible; no porque les gustase, sino porque “tenía más salida”. Y pensaba: “Pero Dios mío qué aburrimiento. Qué manera de cortarte las alas, ¿Qué asegura tu futuro? ¿Asegurar tu futuro te hará feliz? Yo que acabo de hacerlo, no soy más feliz ahora que cuando vivía en la inestabilidad. Otra cosa son los motivos que te impulsen a cambiar de rumbo pero el miedo al futuro no puede ser una razón. El miedo al miedo no conduce a ningún sitio.
Me declaro urbanita, me gustan los ordenadores y adoro conducir, pero sí creo que mantengo el instinto y lucho por mantener este canal abierto, por alejar esta falta de pasión que veo diariamente en mi entorno. Esta falta de pulso, este desmayo que no entiendo. No estoy habituada, y espero no hacerlo jamás.

 

“La falta de pasión se ha convertido en uno de los problemas más acuciantes de una sociedad obsesionada con la vida urbana, la tv, los coches, las comodidades, los ordenadores, las soluciones rápidas…es la vida exprés. Encerrados en casas, apilados en pisos, cada día vivimos más alejados de la vida salvaje. Vivir se ha convertido en un camino que exigimos seguro: no queremos correr el menor riesgo. En el mundo seguro y anestesiado donde vivimos la pasión se ha refugiado tan sólo en el amor pasional. Como éste no suele ser ni frecuente ni duradero, el siguiente recipiente natural de la pasión parece ser el sexo. Pero en las relaciones sin pasión no hay sexo apasionado. Es un detalle que intentamos sobrellevar cambiando de pareja, pero no tiene fácil solución.
Cuando se busca la pasión fuera de uno mismo cuando algo tan básico para la felicidad pasa a depender de otro, el resentimiento y la decepción son inevitables. Decía Georges Duhamel: “si quieres amistad, dulzura, alegría, llévalas contigo. Todo lo que necesitas está dentro de ti”.
-Podría haber añadido una imagen de Elsa, pero prefiero este vídeo de Paolo Conte. Tan mayor, tan vivo y apasionado, con una entrega hacia el micrófono que eriza la piel-

Pon pasión en toda tu vida, cada día, cada minuto.
“La sua origine d’Africa,

la sua eleganza di zebra,

il suo essere di frontiera, una verde frontiera

una verde frontiera tra il suonare e la mare"

Alle presse con una verde milonga...














miércoles, 15 de febrero de 2012

El estado de las cosas

Elsa Punset –psicóloga, pedagoga y también hija de Eduard-dice que el camino del ensimismamiento conduce, por un lado, a la depresión y, por otro, a la creatividad; así que decido aprovechar este parón obligado para poner las ideas en orden dentro del penúltimo campamento. Afilo mis sentidos para estar alerta y no errar la elección y celebrar, al mismo tiempo, el mero hecho de haber llegado hasta aquí. Cierto es que no es la primera vez que me encuentro en este punto. Cierto es que no estoy en el final, pero no menos cierto es que esta vez creía que me despeñaba al principio de la ascensión. Así que esta llegada sabe a triunfo igualmente. Hemos conseguido recorrido en 3 meses el camino que el año pasado hicimos en 6.

Subo con los mejores: a mi derecha, Juanito; a mi izquierda, Edurne. Ella abre la marcha con indicaciones precisas, pero es Juanito quien me las traduce a un idioma inteligible porque a veces, estoy tan embotada por el frío, que no entiendo nada. A esta altitud todo se percibe de manera diferente. El cuerpo no responde como desearías y el control mental lo es todo.

Queda otro campamento en el cual mi esfuerzo ya no cuenta nada y luego la cumbre: eterna, hermosa, brillante. Hay días en que se ve cercana, próxima, casi la puedes tocar. Otros, en cambio, el cielo se encapota, la tormenta arrecia y, simplemente, desaparece de tu vista.

Cortesía Edurne Pasabán.

Dejo de mirar y me centro en el pequeño cubículo. En una esquina está Phil: peluda, ñoña, gruñendo en cada esquina. Si en lugar de estar en plena ascensión me hubiera dirigido a Alaska, la habría eliminado hace tiempo con el Winchester pero hay riesgo de alud, así que he de combatirla de otra manera. Decido emplear un sortilegio y le lanzo las palabras de Julio: “Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro hacia la pared y ábrete paso. Oh, ¡cómo cantan en el piso de arriba! ¡Hay un piso de arriba en esta casa, con otras gentes. Hay un piso de arriba donde donde vive gente que no sospecha su piso de abajo y estamos todos en el ladrillo de cristal”

Phil retrocede. No desaparece, pero empequeñece hecha una bola y me deja en paz.

Cuando me preguntan por qué subimos por este camino a menudo no sé qué contestar; muchas veces el instinto de supervivencia me salva de mí misma y me recuerdo que no se puede confundir ignorancia con estupidez. ¡Vamos arriba!¡Vamos arriba! ¡Qué frío hace!












viernes, 3 de febrero de 2012

Micromicrorelato

Las 5 edades del hombre: Nacimiento-Infancia-Adolescencia-Adolescencia-Adolescencia...

jueves, 2 de febrero de 2012

De Gallardón a Celaya

Cuando me abrí este blog, me prometí a mí misma que escribiría como si nadie me leyera. He redactado tanto para y por los demás y he estado tanto tiempo sin teclear una línea, que hasta que no surgió Calladita no me he dado cuenta de la gran necesidad que tenía de no guardar las formas, de expresarme de lo que me diera la gana, independientemente de si agradaba o no; si se entendía o no, si tenía relevancia, coherencia, actualidad… o no, y hoy escribo para liberarme de la vergüenza, porque tengo que tengo tanta que no me deja ni respirar.

Paso por alto el tijeretazo y los recortes a Sanidad y a Educación, que las ha dejado hecha unas zorras. Y me disculpo, pero es que se han convertido en lo más expuesto, en lo más tirado, las están dejando en bolas. Veo las manifestaciones que sacuden a mi ciudad y me llenan de pena. No he ido a ninguna: no estoy ni en  el lugar ni en el momento adecuado; pero aun así creo que mejor es reflexionar antes que desgañitarse en la calle después. Nacho empleaba la canción “Life vest under your seat” para explicar cierta enajenación colectiva que ha desembocado en esta situación. Creo que no andaba desencaminado. Ha sido eso y el desencanto de la gente lo que ha motivado meterse hasta el cuello en esta marea azul que lo engulle y lo tritura todo en aras de la economía.

Abro el País y me encuentro con Elvira –otra vez, ¡otra vez!-y habla en su vez en su columna de lo que ha motivado a su vez este texto: Gallardón suspende la ley de plazos. Por tanto, se vuelve a la minoría de edad de las mujeres, a depender de decisiones ajenas, a mentir. Sigo leyendo, y me encuentro con el ministro de Educación con unas declaraciones en letra pequeña que parece que nadie más ha recogido: “De 0 a 3 años no hablamos de Educación, hablamos de conciliación”. Que se apañen las mujeres, (porque así sigue siendo, y en parte por nuestra culpa). Qué poco respeto, qué poca sensibilidad hacia nosotras y hacia los críos. Me muero, me muero de la vergüenza. Tercera noticia en el mismo periódico en dos páginas de diferencia: “Educación para la Ciudadanía se centrará en aspectos institucionales de manera que se suprimirá todo aquel contenido que no tenga que ver con la Constitución, laUniónEurpeoa blablablablaxjiugiuigueie” Aspectos vitales como todo el mundo sabe para la vida cotidiana de un chaval. Lo que equivale a que dentro de bien poco me cargo las relaciones interpersonales y humanas que era lo que yo trabajaba en esta asignatura, y que hasta la fecha veía que tan bien funcionaba. O los distintos modelos de familia, o la educación emocional…-¡Ay, que me acerco a un punto calentito! Aquí está, lo pongo en mayúsculas-o al SEXO , ¿no? Siempre se me olvida cuanta sexofobia hay en este país, y cuan conservadora es, joder, joder, cuando con una buena educación emocional se acababan tantísimos problemas.

Acaba mi lectura y casi al final del viaje en Euromed me encuentro con Gabriel Celaya, que no sé si sabía de sexo o de política; pero sí de educación y de hacer el gilipollas. También sabía de ser coherente, por respeto a los demás pero sobre todo por respeto a uno mismo. Creo que esta sociedad, este sistema, o encuentra su Norte como Celaya, o acabará enfermo como él. El ingeniero que escribía versos decía:

“Pero en este proyecto (TENTATIVAS), por abierto que se pretendiera, había algo falso. Como había algo falso en mi trabajo de ingeniero sin vocación, y en mi postiza vida de burgués, y en mi actividad de escritor que no publicaba. Y contra este malestar, que yo trataba de domeñar con fórmulas intelectuales y voluntades goethianas de orden y acomodación, mi cuerpo dijo su palabra. Y caí enfermo, como a los doce años, sin que nadie supiera explicar cuál era mi enfermedad. Evidentemente, era de origen psíquico, aunque no lo pareciera. Pero eso no me salvó de tres meses de cama, con fiebre (siempre la fiebre) y de un derrumbamiento que daba por definitivo”

Y


Fundación Gabriel Celaya. Foto Alberto Schommer.

“Repitámoslo. Recémoslo: Nadie es nadie. Busquemos nuestra salvación en la obra común. Pesemos nuestra responsabilidad. Sintamos cómo al replegarnos sobre nosotros mismos nuestra inanidad nos angustia, y cómo al entregarnos, al ser para los otros, al ser en los otros y al participar a compás en la edificación general del futuro, el corazón se nos ensancha, el pulso nos trabaja, la vida canta y somos por fin, a todo voltaje, hombres enteros y verdaderos. Salvémonos así, aquí, ahora mismo, en la acción que nos conjunta. No seamos poetas que aullan como perros solitarios en la noche del crimen. Carguemos con el fardo y echémonos animosamente a los caminos matinales que ilumina la esperanza."

Vuelve Celaya, a cerrarles la boca a Gallardón y al tonto del ministro. Goytisolo también lo haría requetebién.


¿Qué pasaría si los poetas fueran políticos? ¿Y al reves? Ay, no, al revés no. Que el azul se transformará en gris plomo.

lunes, 16 de enero de 2012

¡Lindísima!

Por mi cumpleaños me regalaron dos libros e, inconscientemente, me autoplanteé una carrera para ver cuál de ellos me atrapaba más y mejor. Una tontería por sí misma y también porque los escritos de Rosa Montero siempre han sido imbatibles. Bien, eso ha sido hasta ahora. Abrí a Elvira Lindo sin tener ni idea de lo que me iba a encontrar y me tropecé con una colección de los artículos que publica en El País en el espacio “Don de gentes”. La cosa prometía: Elvira siempre me ha caído bien –fresca, cercana, pizpireta-y me encantan este tipo de publicaciones: facilitan abrirlas “a lo Rayuela”; como te de la gana. Empiezas por la página 35, sigues por la 2 y continúas en línea recta del final hacia el principio y siempre está bien y siempre aciertas. Pero es que, esta vez, además, ¡me tropecé conmigo misma! Madre mía, qué burra soy, salvando una distancia como de Parla a Pekín pero es que había aspectos en los que sentía que al escribir lo hubiera hecho mirándome por la mirilla sin que yo me percatase y me sentí muy aliviada. Sobre todo en un artículo titulado: “Sola, cangué, descangayada”. Elvira se trasladó a Nueva York cuando a su marido, el también escritor Antonio Muñoz Molina, lo nombraron director del Instituto Cervantes. Muchos de sus artículos recogen aspectos culturales, descubrimientos, nuevas vivencias y visitas que venían dados ante un cambio de vida tan radical. Sin embargo, en este último y en muchos otros, recoge la soledad interna y externa que tuvo encarar como pudo. “Cuando uno está solo, te vuelves viejo, te vuelves niño y te vuelves loco. Las tres a la vez” –indica sabiamente- “Cuando uno está solo, navega mucho por Internet –y sobre todo por Facebook, añadiría yo- Y te vuelves tremendamente neurótico –en román paladino: loco, loquito de atar-.



Este tipo de neurosis, cuando veo ahora que ha sido compartida y vivida por Lindo me parece que cae dentro de la normalidad. Mi locura vital viene conmigo de serie, pero la extraordinaria que me cayó encima (dura y espesa) pesó y tardó en pasar. Tanto, que tardé un año más en quitarme al Delta de dentro. Tanta, que cuando menos sola me sentía era cuando llegaba a mi piso vacío. Uno de los comentarios más extraordinarios que escuché en aquel momento me hizo reflexionar y darme cuenta que el problema no estaba en mí –como había empezado a pensar-sino en un exterior mental de páramo y taiga (Ay, Elvira, ojalá hubiera tenido que enfrentarme a un Nueva York feroz). Hablando de una novela que tendría que trabajar durante el siguiente curso, una compañera me dijo: “Todos los escritores son unos desgraciados; porque si eres feliz, vives, y ya está”. Igual he elegido un mal ejemplo para atacar lo dicho porque, evidentemente, Elvira no estaba en su cúspide de felicidad cuando escribió “Sola, cangué…”, pero si la lumbreras estuviera en lo cierto deberíamos dar las gracias del mundo a los autores por ser capaces de trastocar la desgracia en belleza, en obras de arte.

Al escuchar el despropósito, literalmente casi me caigo de la silla del soponcio. Más cuando había salido de la boca de una profesora de castellano. ¿Qué habría comentado en este caso Elvira Lindo? :“Anna, empieza a escribir ahora mismo porque te encuentras en la disposición de ánimo perfecta”. Claro, que como yo no soy Elvira Lindo, pensé: “Inma, contente, no muerdas, ¡que calladita estás más guapa!”.

viernes, 6 de enero de 2012

El huevo devastador


En casa tengo un artículo enmarcado de la actriz Cristina Plazas. Lleva por título “Recetas para la infelicidad” –lo reproduzco en parte al final de esta tontería que estoy escribiendo-. Y en él se habla desde la ingenuidad de todas esas cosas que se hacen cuando se llega a cierto grado de madurez. Más bien, de lo que dejas de hacer por vergüenza, por falta de tiempo, porque te invade la pereza o porque socialmente parece que está mal visto; no sé.


Debería adherir en una esquinita del marco un envoltorio de un huevo Kinder. Fue mi amiga Ana quien utilizó la marca de esta chocolatina para acuñar el mismo comportamiento que describe Plazas. El Kinder ha tenido tanto éxito que se ha incorporado a las conversaciones diarias y se ha extendido en mi entorno cercano. Cuando digo “Están dentro del huevo” o “Están con el señor Kinder”; se entiende que hablo de la mullida comodidad de lo cotidiano; de la rutina, tan segura, tan calentita y tan dulce…pero también tan peligrosa, tan empobrecedora, tan solitaria. El Huevo Kinder da tranquilidad, tanta, que impide ver qué hay fuera de la cáscara. Caer ahí es dejar de hacer cosas nuevas, es el abandono, es dejar escapar aquello que antes te apasionaba.


Supongo que esta tendencia se acentúa en ciertos períodos de la vida y antes-¡pero qué rematadamente gilipollas soy!-pensaba que tenía que ver con la llegada de los niños. Ahora, veo que no es así. Los chavales son lo primero, te fuerzan a adaptarte, te indican qué es verdaderamente importante… pero no te devoran. Otra amiga me decía el otro día que suspiraba por cenar…¡una menestra! Pero que no se la hacía, porque su familia sólo tomaba patatas fritas. Evidentemente, aquí no es que tengas un huevo Kinder. Lo que tienes es un problema de cojones.


Las señales de alarma son muchas (leed a Cristina) pero, a grandes rasgos, si tardas más de un año en ver a tu mejor amigo-sin que esté justificado-, empieza a sospechar que la cáscara comienza a envolverte. En inglés yankee:“Your life is not only from 9 to five".

“Recetas para la infelicidad”

-Hacer de la prisa un vicio y de las obligaciones, un estilo de vida.

-No aceptar que hay personas que ya no te quieren.

-Dejar de sorprenderte con los días nuevos.

-Quedarte más de la cuenta en la sobremesa de una cena que ya rozó la cúspide del máximo aburrimiento.

-Perseguir la felicidad que creemos que viven los otros.

-Evitar los sueños inútiles sólo porque son inútiles.

-Perder la ingenuidad.

-Guardar para otro momento (¿cuál?¿dónde?¿cómo?) tu mejor vestido y ver cómo deja de hechizarte encerrado en un trozo de plástico transparente.

-Esperar un “yo también” cuando dices “quiero estar siempre contigo”.